Felices pascuas de resurrección.
Con la primavera parece que renacen la esperanza y la vida.
Tras tantos días de frío y lluvia ha vuelto a salir el Sol.
Cristo ha resucitado y estamos de enhorabuena. Cristo ha quebrado y roto las cadenas de nuestra limitación humana: el pecado, el egoísmo, la muerte; Cristo y la primavera hacen posibles la esperanza, la resurrección y la vida. ¡Podemos respirar¡ Triunfan la vida y el amor.
No podemos quedarnos eternamente en el viernes santo de los lamentos y el dolor; tenemos vocación de trascendencia a través de la fuerza del amor; el amor recrea y trasforma todas las cosas como vemos en Jesús. Tenemos que recuperar la resurrección.
La resurrección es otro milagro más, otra maravilla del Padre, es la maravilla del amor. Maravilla es nuestra vida entera, desde el principio hasta el final.
Tienen que tirar los vendavales las ramas secas de nuestro árbol sin hojas, para dar paso a la vida nueva, al amor.
Pascua y primavera son origen y semilla, fermento y esperanza de vida nueva y de resurrección.
Dicen que Jesús estrenó su evangelio con lo más débil y despreciable de la sociedad de aquel entonces, para decirnos, ¡sin lugar a dudas!, que hay vida y esperanza abundantes, para todos. Las primeras en detectarlo fueron las mujeres; Magdalena, pecadora y pública, necesitada de afecto como todos los mortales, se ve sorprendida por las maravillas del verdadero amor.
Apostemos también nosotros por la vida, al estilo de Jesús, sin miedo a la entrega y a la muerte. Recuperemos para nosotros y los nuestros este mensaje de vida y esperanza; no ahoguemos la luz y la esperanza, el futuro y la vida que brotan de la novedad del evangelio. Estamos de enhorabuena. Estamos en primavera.
Felices fiestas de la resurrección y de la vida.
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