Cuanta más luz, mejor, más seguridad, en estos cortos y borrascosos días de invierno.
La luz, la verdad y las mejores cosas de la vida se nos regalan y nos sorprenden, aunque a nosotros nos cueste aceptarlas agradecidos.
Nos cuesta agradecer porque valoramos sólo lo nuestro.
Se nos amontonan los regalos, la luz y la verdad: de los Magos, con sus dones, con su flexibilidad de saber “volver a su tierra por otro camino”. Dios se ha hecho palabra y carne, para dejarse entender, aunque nosotros nos empeñemos en buscarle donde no se encuentra: en el egoísmo -Él es amor- en la violencia -Él es paz, perdón-… También el Papa Francisco intenta enseñarnos a vivir, ser y sentir la Iglesia de otra manera… Acojamos estas luces que nos vienen de lo Alto.
Nos duele el paro, la violencia, la injusticia… pero no estamos dispuestos a cambiar. Nos empeñamos en que todo siga igual. El estado de bienestar está muy bien, pero no basta estado de bienestar para algunos solamente.
Vivimos momentos de oscuridad y crisis en todos los órdenes de la vida. ¿No será la señal de tener que volver a nuestra casa, a nuestra tierra, a la identidad más nuestra por otros derroteros? El Sol, las estrellas, los signos son claros, siguen ahí, están para eso, para indicarnos el camino.
Sepamos acoger su luz y su mensaje.
FELIZ AÑO NUEVO PARA TODOS. Que no deje de ser nuevo por nuestra terquedad en tener que ser siempre lo que fue o en tener que andar siempre por los mismos derroteros.
0 comentarios:
Publicar un comentario