24 horas para el Señor
Carta de
Mons. D. Julián Barrio Barrio
Arzobispo de Santiago de Compostela
Queridos diocesanos:
Secundando la propuesta del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización y bajo el lema “24 horas para el Señor”, pido que en nuestra Diócesis se lleve a cabo esta propuesta. A partir de las 17 horas del próximo viernes 28 de marzo y durante veinticuatro horas estarán abiertas en cada una de nuestras ciudades: Santiago, La Coruña y Pontevedra y en las parroquias que el párroco crea oportuno, una o dos iglesias con el fin de facilitar la participación de los fieles en el sacramento de la Confesión y un momento de adoración eucarística para las personas que lo deseen. Las confesiones y la adoración eucarística continuarán hasta las diecinueve horas del día 29. Se dará información en las parroquias el domingo que viene.
Esta iniciativa ayudará a comprender que en cada una de las parroquias de la diócesis se considere la Cuaresma como un tiempo propicio para vivir la evangelización a la luz del sacramento de la Penitencia y tratar de recuperar su importancia, invitando a nuestros fieles a redescubrirlo con alegría y confianza, y a vivirlo como una exigencia profunda y una gracia siempre deseada para dar renovado vigor e impulso a nuestro compromiso en el camino de la santidad. El mismo papa Francisco nos advierte de que el Confesionario no es una sala de tortura y dice que “confesarse es ir al encuentro del amor de Jesús con un corazón sincero y con la transparencia de los niños; y no rechazando, sino más bien acogiendo la gracia de la vergüenza, que hace percibir el perdón de Dios”.
La recepción periódica del sacramento de la Reconciliación nos permite formarnos una imagen realista de nosotros mismos, con la consiguiente conciencia de ser también hombres frágiles y pobres, pecadores entre los pecadores y necesitados de perdón. Somos pecadores redimidos por Dios y amados por Él. Así logramos la verdad de nosotros mismos, esforzándonos los sacerdotes en ser auténticos ministros de la misericordia según la propuesta que nos ofrece el icono bíblico del encuentro de Jesús con Zaqueo.
Nuestra experiencia es que queriendo hacer el bien, frecuentemente hacemos el mal que no queremos, como manifestaba el apóstol san Pablo. Esta es nuestra lucha constante y no deberíamos buscar justificaciones. Confesemos humildemente nuestros pecados con concreción y honestidad para sentir en nosotros el perdón y el amor de Dios. En este sentido el Papa nos pide imitar a los niños: "Los más pequeños tienen esa sabiduría: cuando un niño viene a confesarse, nunca dice una cosa general. ‘Padre, hice esto e hice aquello a mi tía, a aquel le dije tal palabra’ y dicen la palabra. Pero son concretos, ¿no? Tienen la sencillez de la verdad. Y nosotros siempre tenemos la tendencia a ocultar la realidad de nuestras miserias. Pero hay una cosa hermosa: cuando confesamos nuestros pecados en la presencia de Dios, siempre sentimos la gracia de la vergüenza. Avergonzarse ante Dios es una gracia. Es una gracia: "Yo me avergüenzo". Pensemos en Pedro, después del milagro de Jesús en el lago: 'Señor: aléjate de mí, que soy un pecador’. Tenía vergüenza de su pecado ante la santidad de Jesucristo".
Os transmito en nombre del Papa su paternal saludo y bendición. En la Visita ad Limina Apostolorum nos ha pedido que acrecentemos nuestro amor a la Iglesia y avivemos nuestra esperanza cristiana.
Os saluda con afecto en el Señor,
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