Ya has tenido la bienvenida oficial en la iglesia, pero ¿cómo
has empezado a tomarle el pulso real a Conxo?
Ya he podido caminar el barrio y conocer un poquito más a
los vecinos, el centro sociocultural, el psiquiátrico, la panadería, la
tapicería, es decir, los lugares que conforman nuestra comunidad. Desde la
misma plaza, que al final es un lugar de encuentro también con todos los
vecinos.
Vienes de una labor misionera intensísima de 18 años en
la República Dominicana. ¿Cómo te sientes al volver a la vida parroquial en una
ciudad histórica como Santiago?
Me siento agradecido y feliz, porque veo muchas
oportunidades. Y veo que todo lo que he ido viviendo, recibiendo desde la fe,
desde esta experiencia misionera, puede acercarnos más a Jesús. Estar más cerca
de la gente, la hospitalidad, la alegría, la proximidad. Creo que es un valor
que el pueblo dominicano me ha regalado y que espero poderlo también regalar,
compartir y contagiar aquí con nuestros vecinos.
Ahora nos gustaría conocer al Tomás que hay detrás de Fray Tomás. Te proponemos unas preguntas rápidas para acercarnos a tu lado más personal. ¿Cuál es la cualidad que más admiras en una persona?
Por un lado, la paciencia y, por otro, la coherencia. Esa
coherencia de palabra y de hechos, que también es una armonía entre lo que se
dice o decimos y lo que hacemos.
¿Y el defecto que menos soportas?
Bueno, hay un defecto que yo repetía mucho a los jóvenes en
República Dominicana y que no les gustaba mucho, y que es con el que cada día
yo lucho también, que es la mediocridad. Es decir, que con nuestra vida, con
nuestra presencia, dar siempre lo mejor, no quedarnos en mínimos. Por eso
siempre me gusta mucho esa frase de Eduardo Galeano "¿Para qué sirve la
utopía?”, pues para caminar. Y creo que siempre tenemos que tener horizontes
muy amplios y muy altos.
¿Nos puedes comentar un placer terrenal que te guste o
que disfrutes especialmente?
Me gusta mucho la paella. La paella me encanta. Y luego, la
música. La balada, por ejemplo, me gusta mucho porque me conecta con la
esencia, y aunque esa música no hable directamente de Dios, en el fondo está
ahí. Y luego biografías, porque siempre es una manera de compartir sueños,
anhelos, inquietudes.
¿Una cualidad que se te dé bien y que no conozcamos?
Algo que me encanta y que también he aprendido con la vida
allí, en República Dominicana, es conectar a las personas. Mis amigos son tus
amigos, y eso es una enorme riqueza. Cuando la gente que vas conociendo, que es
luz para ti, pues no te la quedas para ti mismo, sino que dices, pues esta
persona puede conocer a esta otra y puede hacerle mucho bien. Yo creo que el
conocer gente y conectarla. Otra cosa que quizás no conocéis de mí es que me
gustan mucho las plantas. Pero eso, fíjate, es algo que diría que es casi hasta
terapéutico. Porque yo digo, de una ramita que pueda nacer una flor, y además
una flor no para ella misma, sino para otros... pues eso me conecta y me enseña
que la vida es eso, es un regalo y es darse a los demás.
Si no fueras fraile mercedario, ¿Qué oficio tendrías?
Fíjate, siempre, antes de dar el paso para conocer a los
mercedarios, yo quería ser misionero. Es decir, lo de sacerdote y lo de
mercedario fue, y lo digo así, accidental. Mi inquietud era cómo podía ayudar a
otros. Lo que no sabía entonces es que, al ayudarlos, en realidad me estaba
ayudando a mí mismo. Esta experiencia me ha hecho mejor persona y me ha
permitido encontrar la verdadera alegría y mi propósito de vida.
¿Cuál es tu mayor esperanza?
Que podamos construir una comunidad. Ahora aquí en Conxo y
donde estemos. Es decir, que aprendamos con la mirada de la fe a descubrir la
bondad y la luz que hay en cada ser humano y cómo, si nos unimos, la
reconocemos y la compartimos, pues esa fuerza transformadora cambiará muchas
soledades y muchas situaciones de desigualdad, de pobreza y de tristeza entre
nosotros.
¿Cuál es tu mayor temor?
Que nos aislemos los unos a los otros. Que nos separemos,
que nos distanciemos, que no descubramos esa riqueza que es la otra persona
para nosotros; que nos quedemos en el "yo" y no demos el paso al
"tú" y, después, al "nosotros".
¿Un libro que no sea la Biblia, y una película que te
haya marcado profundamente?
Bueno, hay un librito muy pequeño que me marcó últimamente: El
hombre que plantaba árboles. Cuenta cómo este hombre consigue transformar
una situación de pérdida en una ganancia para la comunidad. Una película que me
ha gustado mucho es El festín de Babette, que habla de la fraternidad y
de cómo una comida puede cambiar la vida de fe de un grupo de personas.
¿Un personaje histórico con el que te irías a comer?
Hombre, pues Jesús. Creo que... con Jesús yo me iría a
comer, sí, sí. Y con sus amigos.
¿Cuál consideras que es tu principal virtud?
Yo creo que una de las virtudes que tengo sería la cercanía.
El no tener miedo ni reparo a acercarme a los demás y decir: "Aquí estoy,
soy Tomás", y ahí empezar una relación de amistad de la que surgen tantas
cosas bonitas, como las que he vivido hasta ahora.
¿Y qué don te gustaría tener que no poseas?
Sin duda, el de la música. Me encantaría tener más talento
en este sentido porque la música, si es desde el alma, como la fe, trasciende y
nos ayuda a trascender a todos.
¿Nos puedes definir qué es para ti la felicidad perfecta?
Para mí la felicidad perfecta es compartir lo que soy y lo
que tengo junto a otros, aunque no te puedan responder como tú quieres. Es compartir
de corazón a corazón, con lo que somos y a veces con lo poco que se tiene, pero
yo creo que ahí está la verdadera alegría.
¿Cuál crees que es el peor aliado de la felicidad?
Creo que el egoísmo, porque te aísla y te encierra en una
dinámica que al final te deja vacío, triste, solo. Desgraciadamente, hoy
es más común de lo que parece entre nosotros.
¿Tu lema de vida en una frase?
Mi lema de vida, el que me ha ido acompañando en estos años
de misionero con los niños limpiabotas en República Dominicana, es:
"compartir es ser feliz".
Estás hablando mucho de compartir, de conectar
personas... pero ¿en algún momento te sientes solo? ¿Y cómo enfrentas esa
soledad cuando te retiras por la noche a tu cuarto?
Me apoyo siempre en la fe, que para mí es como esa lucecita
que está ahí siempre. Esta fe se nutre también de la Eucaristía, que tengo el
privilegio de poder celebrar todos los días.
Además, me sostengo en todas las personas que van siendo luz
para mí y me ayudan a recargar la fe y la vida, por eso intento buscar siempre
esos momentos y su compañía. Y también encuentro apoyo en lugares privilegiados
como el banquete de Conxo, que es un bosque precioso y por el que me encantaría
pasear más. La naturaleza me reaviva, me reconecta y, sobre todo, me ayuda a
que los problemas se vayan acallando y a que la vida y la esperanza vuelvan a
resurgir.
Has mencionado que tu vocación se basa en la "diosidencia". Viendo tu trayectoria y tu forma de ser, ¿qué "diosidencia" crees que te ha traído a Conxo en este momento en concreto?
Yo creo que ha sido la "diosidencia" de la fe, de
lo espiritual y de la comunidad. Pero sobre todo de la gente. Es decir, si yo
hoy estoy aquí, primero ha sido Dios; luego, mi congregación, que ha visto que
aquí podemos hacer un camino, un proyecto; pero sobre todo la buena gente que
me he ido encontrando y que están dando lo mejor para pasar del "yo"
al "tú" y al "nosotros". Es decir, la
"diosidencia" es la gente, es lo que te va configurando, junto con el
Evangelio.
Toda parroquia tiene sus retos, quizá la soledad de los mayores, atraer a los jóvenes o el mantenimiento del patrimonio. ¿Cuál es el primer desafío que te gustaría abordar en la parroquia?
Acercarnos a la gente. Estar más en la calle, en la
plaza, y también tener nuestra iglesia más abierta. Prefiero que nos roben
porque tenemos la iglesia abierta, a que esté encerrada en sí misma.
Comentabas al principio que estás conectando mucho con la
gente, con el barrio. ¿Te gustaría mandarles un mensaje?
Que miremos hacia adelante para llegar a ser la comunidad
que estamos llamados a ser. Que veamos las oportunidades que tenemos entre
nosotros para crecer y no pensemos tanto en las dificultades, que siempre las va
a haber. Con la fe y con esa mirada, esos lentes nuevos, se pueden ver las
cosas de otra manera.
Si pudieras enviar un mensaje a ese vecino o vecina de
Conxo que quizás hace tiempo que no se acerca a la iglesia, ¿Qué le dirías?
Pues le diría lo que dice Jesús: "ven y verás". O
que nos invite a acercarnos a su casa, a compartir un cafecito, a conversar y,
sobre todo, también a agradecer que la vida y Dios nos ha puesto ahí para hacer
camino juntos.
¿Qué te gustaría que dijeran de la parroquia dentro de
tres o cuatro años, cuando hayas podido avanzar con la labor que te ha traído
hasta aquí?
Que es una comunidad viva, comprometida y solidaria. Una
comunidad sin fronteras, que no se limita al barrio, sino que está presente
allá donde esté cualquiera de sus miembros. Gente que pone alma y corazón en
todo lo que hace.
Y como persona, ¿Cómo te gustaría ser recordado el día de
mañana?
Pues mira, yo tengo ahí algo que me ha ido acompañando de
Jesús y es: "pasó haciendo el bien". Me gustaría que me recordaran
así, como una persona que pasó por la vida haciendo el bien, sabiendo que hay
tropiezos, pero, sobre todo, que lo que quiso fue hacer el bien. Y un bien
amplio, es decir, hacer todo el bien que se pueda, aquí en la comunidad y donde
Dios me ponga.
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